Para nacer, cada uno de nosotros necesitó:
  • 2 padres
  • 4 abuelos
  • 8 bisabuelos
  • 16 tatarabuelos
  • 32 tatara-tatara-abuelos (1ª generación)
  • 64 tatara-tatara-abuelos (2ª generación)
  • 128 tatara-tatara-abuelos (3ª generación)
  • 256 tatara-tatara-abuelos (4ª generación)
  • 512 tatara-tatara-abuelos (5ª generación)
  • 1.024 tatara-tatara-abuelos (6ª generación)
  • 2.048 tatara-tatara-abuelos (7ª generación)
Para nacer hoy, de 11 generaciones pasadas, hemos necesitado un total de 4.094 antepasados a lo largo de un periodo de más de 400 años.

Piénselo por un momento. ¿Cuántos sufrimientos y penurias han tenido que pasar todos estos miembros de la familia? ¿Cuántas batallas? Pero también, ¿cuántos momentos felices? ¿Cuántas historias de amor? ¿Cuánta esperanza en el futuro? ¿Cuánto de todo esto vivieron y experimentaron tus antepasados para que tú existas ahora, en el momento presente?

person holding vintage photos

Una imagen con este texto en inglés, se me apareció entre un meme y otro, un tiempo atrás. La idea me hizo dejar de mover el dedo pulgar y me paré a pensar.

4.094 personas cuyas acciones y sentimientos hicieron posible que yo naciera.
4.000 personas llenan una plaza, un polideportivo, y si salieran a la calle, sería una manifestación digna de mención. Imagino por un momento tenerlos a todos frente a mí, con mis padres y abuelos en primera fila. Las demás caras me serían desconocidas, pero probablemente notaría un aire familiar.
Creo que todas estas personas merecen un sincero agradecimiento de mi parte, aunque sé que no había ninguna intención específica detrás, y que no tenían el objetivo común de traer a la vida a una tal Francesca (o a mi hermano Luca) 400 años después. Pero así fue, la naturaleza y la vida siguieron su curso, y superando además algunos obstáculo como accidentes, muertes prematuras, suicidios, guerras y otras dinámicas, mi árbol genealógico ha llegado hasta aquí. Hasta mí. Hasta nosotros.

Este pensamiento me hace reevaluar mi vida y la importancia que doy cada día a mis problemas, objetivos y acciones.

Me siento un poco como cuando miro las estrellas y me doy cuenta de lo insignificante que soy en comparación con el universo. Pero en este caso siento que pertenezco a un clan, a este grupo de personas en su mayoría desconocidas a las que estoy muy agradecido. Por cierto, ¿cuándo fue la última vez que miraste las estrellas? Tan solo por diversión digo... cinco minutos en San Lorenzo para cazar una estrella fugaz, digamos que no cuenta.

Volviendo a nosotros, quiero hacer una última reflexión sobre esta matemática ancestral. Podría filosofar sobre el concepto budista de reencarnación, pero prefiero tocar un tema más concreto: la epigenética.

La epigenética es el estudio de los cambios hereditarios en nuestros genes, que sin embargo no están causados por mutaciones genéticas reales (que por tanto no alteran la secuencia del ADN).

Para entender bien cómo funciona, ya que es un concepto bastante complejo, tendríamos que profundizar en la definición de ADN, cómo se fabrica y cómo se produce la transcripción de los genes que contiene. Dejo esta tarea a los investigadores y científicos con sus artículos en Internet, que seguro tienen los conocimientos necesarios para explicar el tema mucho mejor que yo.

La parte interesante de la epigenética para mí, como operadora holística, está relacionada con su uso terapéutico. Porque se ha demostrado que una modificación epigenética puede producirse en respuesta a estímulos ambientales externos relacionados con nuestro estilo de vida, nuestra dieta, nuestro entorno y nuestro estado de salud.

En pocas palabras, un cambio externo puede afectar a células y neuronas, como las que adoptan mecanismos epigenéticos para el aprendizaje y la memoria, pero también a niveles más profundos, como en el caso de los trastornos mentales o los tumores.

Y a mí, que me dedico a la PNL aplicada a la Biodescodificación, todo esto me parece muy fascinante, no sólo porque confirma el hecho de que a través de técnicas cognitivo-conductuales podemos cambiar nuestro estado físico, sino también porque es un trabajo que se puede hacer de forma transgeneracional, es decir, trabajando también sobre una patología que tuvo la abuela, la madre y la hija, rompiendo la cadena. Porque como afirma la Biodescodificación, no existe la enfermedad hereditaria. En su lugar, existe una información genética, o más bien epigenética, que se transmite de generación en generación.

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